Cuando sangran las instituciones
Las instituciones sangran porque están hechas de carne humana.1 Está entre las cualidades de las instituciones, entonces, el ser corruptibles.2 Entre las cualidades de la corrupción está la sangría. Las instituciones están diseñadas para sangrar, no porque estén hechas de cuerpos humanos, sino porque la sangre es combustible, y el combustible alimenta nuestras máquinas. La carne humana resulta indigerible para los cuerpos humanos, por lo que las instituciones no se alimentan de la sangre de otras en un sentido canibalístico. Lo que ellas alimentan en su decantamiento es, en realidad, una máquina-sistema inhumana.
Los motivos para provocar una sangría pueden ser muchos, pero todos tienen en común el hecho de que son una mentira. La medicina ha descartado el procedimiento por su peligrosidad. Lo que se presenta como una cura para la enfermedad constituye en verdad otro malestar.3
Cuando un cuerpo sufre de una sangría por tiempo prolongado, la herida se infecta y produce sepsis, una infección de la sangre que se esparce por todo el cuerpo. Si esto ocurre en una institución, la máquina se vuelve más eficiente, en tanto la putrefacción de la sangre la encamina a un estado más próximo a los hidrocarburos energéticos.4 La intención, entonces, es prolongar la decadencia institucional durante el mayor tiempo posible.
Resulta imposible concebir que una institución, en soledad, se mantenga viva-enferma durante mucho tiempo. El modelo está hecho de otra manera. Cumplen un rol fundamental otras instituciones que transfunden su propia energía vital a las que lo necesitan en una cadena continua y cerrada, sosteniéndose y formando el sistema antes mencionado. La vida y la muerte confluyen en transferencia por una misma intravenosa. Lo que se instituye de este modo es un proceso de prolongada agonía.
¿Por qué permanecemos impertérritos frente a la continua degradación de nuestra vida?
¿Qué hacer con el diseño de nuestras instituciones sangrantes?
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Esto no es debatible y cualquiera que defienda un concepto abstracto de las instituciones no goza de cordura. ↩
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Esto no es una cuestión moral o contingente, sino que es así por diseño. No podría ser de otro modo. ↩
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Cualquier interpretación de corte biologicista o eugenista queda, así, descartada. El procedimiento es hipocrático. ↩
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Como el metano que emana de los cuerpos en descomposición. ↩